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Mostrando entradas de diciembre, 2022

Deshabituación

Deshabituación a los últimos rincones de tu habitación, las macetas que llueven del techo y las fotos. Olvidar tus libros gigantes de dibujos y poemas con tapa dura, los cajones donde anida tu ropa interior y reverberan tus secretos.

Mi pensamiento

El amor es mediocre. Como mucho una veintena de amaneceres o despertares, un conjunto de viajes desparramados en una maleta abierta, una convivencia forzada entre muchas flores. El amor es sencillo, metódico y repetitivo, como el trigo y la cebada, como ponerse y quitarse el pijama, como lo cíclico y el para siempre. El amor no es fácil, no viene pero se va, es un trabajo mal pagado, una reacción en cadena de eslabones andrajosos y entresijos. El amor es imposible como el deporte atlético, la lluvia a diario, los periódicos cerrados, una curvatura en el plano, la conquista del espacio. Y sin embargo sucede. Como el despertador que suena todas las noches, el rocío de cada madrugada y el coche que se avería inapelablemente cada cierto tiempo. El amor es una célula que se reproduce a diario, un sol que sale siempre, un sueño necesario, un prospecto bien pautado, una estación que se repite sin importar el año, una avispa y una flor, la gravedad, lo agudo, el tiempo.

Pequeño

Para qué seguir fingiendo que no ha vuelto a pasarme lo de siempre, que solo tengo visión cuando te miro, que te encuentro formulada en etileno rebosante de sabiduría y respuestas, y no hay tren que pueda alejarme de la idea guerrera de tus rizos. Para qué seguir fingiendo si tu amor me descompensa, si ni siquiera puedo manejar las referencias que componen mis pensamientos cuando te trazo en ellos. Estoy a un paso de dibujarte, a una noche de distancia del sol arrancando las teclas de nuevo, pensando en cogerte de la mano en un trayecto completamente imaginado, a punto de proyectarte en el suelo me descalabro desde tu altura. Hablo, no hablo,  navego un liego de amistad y sombra, un verano horripilante de ausencia, una caricia nocturna e inerte dedicada a mis viejos enemigos, sonrío y dejo que la inacción  me deje, me aleje, me suelte, y te ayudo a ordenar la vida de la mejor manera posible para no dejarme entrar. Y entrar, ¿cómo se hace?

volver

Desplazo la emoción en ti, para vivir. Me adueño de tus turnos de noche en una vigilia edulcorada, innecesaria. Voy hasta la tercera avenida pensando en perderme para encontrar de rebote el camino a tu casa. Pienso en señales que no existieron y me invento nuevas. Te digo lo contrario a lo que quiero decirte. Me obsesiono con obsesionarme. Pienso en el color de tus mejillas deseando ruborizarme delante de ti, para que veas. Quiero que tus pupilas me atraviesen. Quiero que tus labios... completen la frase.