Lo de siempre
Tú te marcharás como hacen las ninfas otoñales, las hadas, los seres de leyenda que mecidos por la brisa humana se deslucen y huyen lejos, a otros países, y yo predicaré que no ha sido un sueño, que tus saetas eran reales y el tiempo que pasé contigo mágico por extensión. En un bizarro alarde de elegancia legaré mis huesos al suelo, destituiré a los guardianes de mis ritos, de mis noches, y saldré a cazarte porque no puedo hacer otra cosa, no sé hacer otra cosa, y quizá sea en un crepúsculo extranjero nuestro último encuentro fatídico, la penúltima de mis aventuras nocturnas. Sonreiré imaginando que es lluvia lo que desciende por mis mejillas y por fin te dejaré marchar, y será como el ocaso de un sol y ya no habrá luz nunca más.