Historia
Nuestros tiempos se quedaron caducos, estancos como el agua en los canales, y son solo sutiles huellas de polvo en la pista de algún aeropuerto, un calor residual en una casa vieja abandonada y fría, el eslabón de una conversación perdida. Quedamos atrás, como las historias con nombre propio que nos contábamos a media noche, como el recuerdo de otras ciudades, como carretes desechables de un horizonte paralelo, bajo el yugo de fuerzas que no entendemos. Ahora que no te abrazo por fin puedo aferrarme, olvidar y recordar las flores del armario, contar tu propia historia a medianoche fiel a la realidad infiel a la magia, extinguir las respuestas que todavía suscitan tus interrogantes -ahora en sueños- y fingir hasta que me lo crea que esto jamás ha ocurrido, que yo siempre he sido el escriba que registra este Último Momento insaciable. Ya no somos privado, somos público, observadores externos, cariñosos jueces, excontendientes de una guerra en el barro como nunca hubo de haber ninguna, pr