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Mostrando entradas de enero, 2024

Barro

La muerte llega en septiembre cayendo como gotas, una llovizna de barro sobre mi coche, un compañero de la escuela, una mascota vieja, era alguien del trabajo. Agazapada, viene a segar bisiesta una vez cada cuatro años, violenta, negra, indiscriminada, arrancando el amor de los brazos, recuerda que existe y es cualquiera, que cuando la cosa se pone fea siempre llega la primera. A veces coqueteo con ella, le pido que me lleve, con un desconocido en el cuarto de baño o saltando desde una roca mojada a una poza seca, a veces le digo que se calle o que, por favor, nunca deje de hablarme, porque imagino el no imaginar y una congoja me sube por el pecho, me trepa por las ciudades y me araña el vientre. Y la mayor parte del tiempo no le hago caso, tomo siempre el mismo café, doy siempre los mismos pasos, es solo que hoy llovió y mi coche volvió a mancharse de barro, y alguien que era algo mío murió, y lo único que se me ocurre es querer contarlo.
hablo me abro delante de ti como una carta como correo certificado pidiendo tu firma tu validación tu escucha tu puerta cierro giro la cabeza cuando te marchas deseando ver tu coche moverse o verte moviéndote en tu coche o verte                    cuando te vas o ver que no te vas no te vas a ir tú no porque ya te he abierto la puerta y no lo has hecho te he pedido lo más difícil y no lo has hecho me da mucho miedo que esto sea un principio porque no duermo por la pulsión de tener que escribirlo pero me da mucho más miedo que no lo sea porque estás ahí delante del café con esos ojos ojerosos cargados de planes ese iris marrón infinito de recuerdos que me persigue y me hace abrirme como una carta y ahora entiendo más cosas y no entiendo ninguna y ya no quiero ir a mi ritmo ni quiero ir al tuyo quiero repetirlo todo tal cuál para que vuelvas a invitarme a café o cerveza hachís y sentarme cerca de ti todo lo más que pueda a abrirnos a cerrarnos a movernos a pasar algunos momentos tristes