Barro

La muerte llega en septiembre cayendo como gotas,
una llovizna de barro sobre mi coche,
un compañero de la escuela,
una mascota vieja,
era alguien del trabajo.

Agazapada, viene a segar bisiesta
una vez cada cuatro años,
violenta, negra, indiscriminada,
arrancando el amor de los brazos,
recuerda que existe y es cualquiera,
que cuando la cosa se pone fea
siempre llega la primera.

A veces coqueteo con ella,
le pido que me lleve,
con un desconocido en el cuarto de baño
o saltando desde una roca mojada
a una poza seca,
a veces le digo que se calle o que,
por favor, nunca deje de hablarme,
porque imagino el no imaginar
y una congoja me sube por el pecho,
me trepa por las ciudades
y me araña el vientre.
Y la mayor parte del tiempo no le hago caso,
tomo siempre el mismo café,
doy siempre los mismos pasos,

es solo que hoy llovió
y mi coche volvió a mancharse de barro,
y alguien que era algo mío murió,
y lo único que se me ocurre
es querer contarlo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una hora

Posible

Tarde