Incondicional
Incondicional, utilizas esa palabra con una soltura que envuelve y aprieta y al momento sé que estoy perdido, que se van a la mierda semanas de introspección y cambio, de pequeñas revoluciones a base de dolor, teléfono y llanto. El tren avanza como las dos tímidas lágrimas que se arrojan de mis ojos -que son casi los tuyos- en un sálvese quien pueda por si viene el torrente detrás, por si la presa cede del todo, pero no cede. No todavía.
Pasan horas o días o años en este lugar de llanura y cielo donde hace algo perdí la noción del tiempo y tú es imposible que entiendas, es imposible que sepas, porque cómo vas a saber si nunca has estado, si nunca has visto, si nunca has migrado. Incondicional y vuelvo a pensar que sí pude hacerlo mejor, pude saberlo antes, pude decírtelo, pude volver, pude pedir ayuda. Pido ayuda.
El tren avanza pero yo voy dando pasitos hacia atrás, uno a uno, deseando que sean pocos, desandando mis lágrimas. No me tranquilizo hasta que tu silencio no se va por la ventana, horas o días o años después, y comprendo que lo que yo tomaba por similitudes eran extremas diferencias, que precisamente por eso no pudo hacerse mejor, incondicional y sin embargo totalmente condicionado, doloroso y arraigado, porque pienso en tus lágrimas, las tuyas, las que salen de tus ojos -aunque sean casi los míos- y daría la vida porque se secaran, porque me dijeras no eres necesario y salir corriendo a jugar de nuevo a la rayuela, sin volver a pisar el cielo.
Comentarios
Publicar un comentario