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Mostrando entradas de abril, 2022

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Y que el sol me acariciara para siempre encima de aquella loma de piedra donde reposan nuestros cafés fríos, al lado de la ola de Mundaka al lado del vendaval del tiempo. Y tener la sensación de ser capaz de tocar tu piel desnuda con tan solo estirar la palma de la mano, y volver a dormir aquella noche, la misma noche, todas las noches, cuando quererte y viajar eran lo mismo: un destino sabido de antemano, abrazos y labios como racimos. Que mi calor esté dentro del tuyo, y el café siga esperando en la cima fría tras un camino nuevo la mañana siguiente. Que nos veamos. Que nunca dejemos de vernos. Y nos soñemos, aunque estemos el uno al lado del otro, y si no estamos que estemos.