Lo de siempre

Tú te marcharás como hacen
las ninfas otoñales, las hadas,
los seres de leyenda
que mecidos por la brisa humana
se deslucen y huyen lejos, a otros países,
y yo predicaré que no ha sido un sueño,
que tus saetas eran reales
y el tiempo que pasé contigo
mágico por extensión.

En un bizarro alarde de elegancia
legaré mis huesos al suelo,
destituiré a los guardianes de mis ritos,
de mis noches,
                            y saldré a cazarte
porque no puedo hacer otra cosa,
no sé hacer otra cosa,
y quizá sea en un crepúsculo extranjero
nuestro último encuentro fatídico,
la penúltima de mis aventuras nocturnas.

Sonreiré imaginando que es lluvia
lo que desciende por mis mejillas
y por fin te dejaré marchar,
y será como el ocaso de un sol
y ya no habrá luz nunca más.

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