Mi pensamiento

El amor es mediocre.
Como mucho una veintena de amaneceres
o despertares,
un conjunto de viajes desparramados
en una maleta abierta,
una convivencia forzada entre muchas flores.

El amor es sencillo, metódico y repetitivo,
como el trigo y la cebada,
como ponerse y quitarse el pijama,
como lo cíclico y el para siempre.

El amor no es fácil,
no viene pero se va,
es un trabajo mal pagado,
una reacción en cadena
de eslabones andrajosos y entresijos.

El amor es imposible
como el deporte atlético,
la lluvia a diario, los periódicos cerrados,
una curvatura en el plano,
la conquista del espacio.

Y sin embargo sucede.

Como el despertador que suena todas las noches,
el rocío de cada madrugada
y el coche que se avería inapelablemente
cada cierto tiempo.

El amor es una célula que se reproduce a diario,
un sol que sale siempre,
un sueño necesario,
un prospecto bien pautado,
una estación que se repite
sin importar el año,
una avispa y una flor,

la gravedad,

lo agudo,

el tiempo.

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