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Inevitable

El error primigenio fue olvidar que eres inevitable, que no importa donde me esconda, en silencio, me darás alcance. Tus tentáculos invisibles se arrastran ya como un miembro fantasma, un ectoplasma improbable que sin quererlo me encarcela. Ya me dan igual las versiones, solo creo en la visión de tu abrazo ineludible, como una piel de naranja infinita que rodea mi particular núcleo. No, no puedo echarte, nunca fue una opción salir corriendo, son demasiadas las sinapsis que no me lo permiten, yo te fui importante y tú eres parte de mí, no es magia -nunca lo fue-, es realidad, como la lluvia que cae hacia abajo, el tranvía que pasa casi siempre a la misma hora o la desgarradora visión del espejo. El amor primigenio fue esto que no es romántico: que nunca me escaparé porque ni así me abandonas. No hay herida si tú la cierras aunque tenga que ser otra persona la que me procure los besos. Si te te tienes que quedar con algo, por favor, quédate con esto: te amo.

Incondicional

Incondicional , utilizas esa palabra con una soltura que envuelve y aprieta y al momento sé que estoy perdido, que se van a la mierda semanas de introspección y cambio, de pequeñas revoluciones a base de dolor, teléfono y llanto. El tren avanza como las dos tímidas lágrimas que se arrojan de mis ojos -que son casi los tuyos- en un sálvese quien pueda por si viene el torrente detrás, por si la presa cede del todo, pero no cede. No todavía.     Pasan horas o días o años en este lugar de llanura y cielo donde hace algo perdí la noción del tiempo y tú es imposible que entiendas, es imposible que sepas, porque cómo vas a saber si nunca has estado, si nunca has visto, si nunca has migrado. Incondicional y vuelvo a pensar que sí pude hacerlo mejor, pude saberlo antes, pude decírtelo, pude volver, pude pedir ayuda. Pido ayuda.     El tren avanza pero yo voy dando pasitos hacia atrás, uno a uno, deseando que sean pocos, desandando mis lágrimas. No me tranquilizo hasta que tu...
Se pasa el efecto de los días en tu guarida y los cauces de la ciudad y la lógica arrancan los últimos vestigios de mi abrazo. Nuestro amor yace estéril y diseccionado, como un preciado sujeto de muestra en un tarro de formol, cuidadosamente escrutado y objetivado bajo la hipótesis de no haber sido jamás tal cosa.       Los años pasan aquí de manera diferente. A veces te odio, pero después pienso que cinco, tan lejos de lo eterno, pueden llegar a ser muchos. Muerdo lo poco que me queda de uñas como si me fuera la vida en ello para encontrar la manera de seguir. En todos los sentidos. Creo que tienes razón y creo que tengo razón, y que nuestras razones chocan como si importaran, como si sirvieran para algo, como si pudieran medirse contra el recuerdo de nuestros últimos besos. Nuestros últimos besos...     Imagino los viajes que debimos hacer juntos. Tomo consciencia del tiempo perdido y del que vamos a perder. De la terapia que haremos para no volver a hace...

Tarde

Llegan tarde los besos, tarde las caricias, las canciones. Llegan tarde los te quiero, el olvido y los perdones. Llegan tarde como mariposas en crisálida, como atardeceres y la soñada vuelta a casa. Llegan tarde porque no pueden llegar. Llega tarde tu tren y llega tarde el mío, llega tarde la sensación de querer partir la vida contigo. Llega como la última estación del año, llega como el sol después del frío, llega como el buenas noches en la cama. Llega como tú, cuatro años más sabia, siete vidas atrás. Llega tarde el hechizo, el conjuro que nos encierra y nos envuelve para siempre en un desesperado intento de sobrevivir a medias. Llegan muy tarde tus llamadas, llega muy tarde la sensación de poder solucionarlo todo con una conversación. Llegan tarde tus palabras y llegan tarde las mías, pero llegan. Llegan y no paran de llegar y se arremolinan como sentimientos y se esparcen como brasas destinadas a no saber arder jamás. Llega tarde el fin, tan tarde, que casi parece un principio y d...

Todavía tú

Todavía te uso de vara de medida en todos los escenarios. Para el tiempo: antes de ti, durante, no hay un después. Para el espacio: sufrir cerca o amar lejos. Para las cosas: esto me lo regalaste, esto te habría encantado. Los momentos: este atardecer es tuyo, este paseo también. Los planes: este viaje contigo y esta vida sin ti. Las personas: ¿aparecerá quién me haga olvidarte? A mis amigos les tienes que conocer. Todavía tus manos, tus gestos, tus ojos, todavía tú.

Una hora

Tu pequeño corazón late a mi lado,                                                                       Aloe, pequeño y grácil, incansable y esbelto, envuelto en una muda felina, una maraña mullida de bruma que, en broma, amenazo con arrebatarte cuando la emoción de robarte un abrazo me pierde y dan las once. La noche de este día anodino avanza sin nodriza, como tú, que sales del sueño estirando tus patitas para cruzar el salón sin pisar el suelo, desde la cima de tu sofá hasta la cresta del mío, sorteando los enseres inertes que se me han ido vaciando del bolsillo antes y después del trabajo. Tal vez hayas oído la noticia, ha sido esta mañana. Ha llegado una voz desde muy lejos para decir que ya no somos nada, que la distancia y el empleo, la mudanza y el tiempo... la enumeraci...

Posible

Es posible, quizá, otra vida, pero no esta,                                otros pasos, pero no estos, otros encuentros por la mañana                                                tras el café, que no tengan que ver con el trabajo, pasar el frío de otra manera, como cuando me arropaba entre tus pieles, un febrero más cerca de la playa, es posible si lo anuncio, si me dejo llevar hasta tus cuentos de mariposas de agua salada, si dejo esta vida abandonada, más alto, más tonto, más fuerte, si te confieso que todavía fantaseo con la montura de tus gafas. Es posible si me aclaro, si mis palabras se convierten acuarelas, mis lágrimas un programa de radio, si remiten los embates del pasado, si venero una vez más mis huesos, aunque tú ya no estés aquí ni allá para ver...