De madrugada
Alguna noche de algún diciembre
Duérmeme,
regálame todas tus erres
cuando frotes tu cabeza contra la mía,
porque la ansiedad ha vuelto a despertarme
y estoy solo
pero tú también estás entre este mar de sábanas y almohadas,
escuchando el estallido ocasional
de las burbujas en el circuito de la calefacción
y el goteo permanente de las cañerías atascadas,
vigilando.
Hay tanto que quisiera entenderte
(¡si me entendieras!),
que estoy aquí para cuidarte
y te siento como una extensión más
de nosotros, de ella,
que si mi corazón tuviera
la mitad de sangre que el tuyo
yo sería el doble de feliz
y dormiría el triple por la noche.
Apaga tus ojos dorados como focos
acusando una fuga, yo tan solo
quiero tener lo que tú tienes
pero me conformo con tenerte a ti,
que es mucho mejor.
Voy a darme la vuelta como tú haces
para empujar la pared con mis miedos,
arroparme a la desesperada
y desear que ese murmullo informe
no sea producto del ruido lejano del parking y la luz azul.
Quiero alunizar de nuevo en la inconsciencia
y dejar que los horarios me aten, sin carreteras,
que el tiempo y la música me brinden un tropiezo
y pueda confesarte cualquier tarde
que, sobre todo, también quiero dormir con ella.
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