9 de agosto, 21:30

Como el sueño que no paras de contar
y que nadie ha visto,
la nube gris que huele a lluvia
en la distancia
y trae mareas de conversaciones,
así te narro siempre viva
a los comensales
aunque nadie sepa quién eres.

Como si la luz de tus ojos
fuera un faro lejano
engañosamente alcanzable,
un herido de buen pronóstico
en la cama del hospital,
un billete de autobús a punto de partirse,
te araño y te traigo al presente
metiendo la mano en el bolsillo
de entre las llaves y las fotos.

Como si de golpe me escuchases
hablo en tu lengua preferida, pienso en tu lengua,
acelero mi dicción y te rondo de pasada
sin querer mirar demasiado,
a la espera de un desastre absoluto
que me devuelva a tu vida
como una resaca inexorable,
un meteorito rompe atmósferas.

Quizá por eso
todavía hoy tú tampoco me olvidas.

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