Pomposo

Se erige el lunes
como una rocambolesca 
tragedia en dos actos.

Ella está enfadada
y menoscaba su frustración
mirando al cielo,
pidiendo por algo que no existe,
imposible.

Los segundos gotean 
de los mechones de mi pelo.
Los párpados intermitentemente cerrados
diluyen unas lágrimas irremisiblemente metafóricas.

Le anuncio mi decisión y se asusta,
me dice que no entiende
pero no pasa nada,
que no quiere
pero no pasa nada.
No tiene por qué.

Doy dos pasos y estoy en el aire.

Me llevo lejos su grito,
al bazar de las historias
donde no pueda verlo.

Despierto y estoy en la cama
con la sensación de haber vivido ya
lo vivido,

en un mundo lejano y lleno de vida.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una hora

Posible

Tarde