Invierno

Hoy me impacta ferozmente el recuerdo de viejas noches de frío en el pueblo. De no tener la edad pero encontrar siempre el calor en un chupito o en un vaso de tubo en los locales. He recordado las noches de desafío a la niebla y el vaho en el interior de esas humildes discotecas. El deseo por encontrarse con las chicas y los chicos del instituto ajeno. He recordado a mi generación unida y en la calle: el amor, las visitas, la complicidad, el trayecto, el abrigo... y, por encima de todo, he lamentado que aquello se fugase. Que el capricho de crecer y las preferencias nos transformaran, nos alejasen. Pienso en una época tan concreta que tiene nombre propio, que se puede reconocer por su alcohol y mezcla, y ubicar en los pequeños locales nocturnos en los que combatíamos el hielo del termómetro. La época en la que aprendí a dejar que siempre me faltase algo, a ser yo, repleto de carencias y no caricias. Me alegro de añorar y querer tanto, aunque la vida se haya puesto amarga e intratable y todas estas cosas ya no existan.


Crecer es hacer lo posible
para olvidar que se vive
atrapado en la nostalgia.

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