Río
El final es ahora,
ahora que me desprendo de tu piel
como una costra vieja
y me precipito desnudo y grisáceo al suelo
como las prendas de ropa
que ya no me arrancan otras manos,
ahora que haces tuyas mis viejas costumbres
y yo fantaseo apostando la vida
en un carrusel de noches de alcohol salado
como tantas veces hiciste tú.
Es el momento perfecto
para volver a golpear tu puerta
y decirte que me estoy yendo para siempre,
que me disuelvo como estrella en fuga
sin conceder ningún deseo,
fingiendo que la vida es esta obligación
extraña y no cualquier otra cosa.
El final es ahora,
ahora que la rabia me humedece
como a un pequeño y solitario
grano de arroz cada vez
que imagino lo que sucede
detrás de tus fotos con él
y siento retumbar las paredes
del castillo de cristal que me envuelve
como si hubieran sido alcanzadas
por la vibración del peor de tus llantos.
Quisiera tenderte una mano
y dejar que mis pensamientos
te abordasen como un torrente repentino
que desciende hasta tus lunares
por las venas de mi brazo
para que sepas quién he sido
cuando no has estado.
Quisiera resolvernos de alguna manera,
beber nuestra savia y dar vida
a esa parte que nos mata y que tanto
nos enreda en las vidas ajenas
haciéndonos el blanco perfecto
para cualquier conversación imposible;
aunque ya no se pueda.
Porque soy tan solo eso
-otra estación seca en tu fondo de armario,
una alfombra de hojas muertas
a los pies de tu corazón mullido-
temo que al final seré lo que siempre quise:
un pasado mejor que un presente malo,
el tibio recuerdo del sabor de un receta
o las manchas de un sol en la piel
que alguna vez hubo de acariciarnos juntos.
Por eso el final es ahora.
ahora que me desprendo de tu piel
como una costra vieja
y me precipito desnudo y grisáceo al suelo
como las prendas de ropa
que ya no me arrancan otras manos,
ahora que haces tuyas mis viejas costumbres
y yo fantaseo apostando la vida
en un carrusel de noches de alcohol salado
como tantas veces hiciste tú.
Es el momento perfecto
para volver a golpear tu puerta
y decirte que me estoy yendo para siempre,
que me disuelvo como estrella en fuga
sin conceder ningún deseo,
fingiendo que la vida es esta obligación
extraña y no cualquier otra cosa.
El final es ahora,
ahora que la rabia me humedece
como a un pequeño y solitario
grano de arroz cada vez
que imagino lo que sucede
detrás de tus fotos con él
y siento retumbar las paredes
del castillo de cristal que me envuelve
como si hubieran sido alcanzadas
por la vibración del peor de tus llantos.
Quisiera tenderte una mano
y dejar que mis pensamientos
te abordasen como un torrente repentino
que desciende hasta tus lunares
por las venas de mi brazo
para que sepas quién he sido
cuando no has estado.
Quisiera resolvernos de alguna manera,
beber nuestra savia y dar vida
a esa parte que nos mata y que tanto
nos enreda en las vidas ajenas
haciéndonos el blanco perfecto
para cualquier conversación imposible;
aunque ya no se pueda.
Porque soy tan solo eso
-otra estación seca en tu fondo de armario,
una alfombra de hojas muertas
a los pies de tu corazón mullido-
temo que al final seré lo que siempre quise:
un pasado mejor que un presente malo,
el tibio recuerdo del sabor de un receta
o las manchas de un sol en la piel
que alguna vez hubo de acariciarnos juntos.
Por eso el final es ahora.
Comentarios
Publicar un comentario