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Fem un foc a un lloc petit

Fem un foc a un lloc petit. Dins de la llar crepiten les branques humides dels pins, fora la pluja es fon sobre el bosc com de vegades les nostres llàgrimes es fonen sobre la nostra cara. Tu estàs asseguda en el sofà enfront del foc amb les cames plegades de costat, mentre tens el cap ajupit i la mirada fixa en un llibre, probablement l'última obra del Santi, probablement un conte. El gat creua ràpid per la catifa, entre la llar i tu, potser hi ha un nen, o una nena, en una altra part de la casa o jugant fora, potser no és nostre perquè encara no volem o no estem preparats, potser és d'un altre, potser és l'Eider que ha vingut a veure'ns. Jo vaig fora per llenya, perquè soc el responsable del foc, com sempre, perquè a tu et costen molt aquestes coses, o perquè, en realitat, t'agrada veure'm feliç fent coses d'home , les tasques que vaig aprendre molt de petit al poble i que tu sempre observes amb tanta il·lusió. Quan pas deixo part de la fusta que s'asse

Mis huesos

Si no te siento, si no te pienso, si no te escucho, si no te quiero, quizá consiga olvidar tu recuerdo que me cala y me abraza desde dentro, que me siente, me piensa, me escucha, me quiere. He aborrecido la espera, la separación mayúscula de nuestros labios, la pantalla que se ilumina con tus mensajes pero que rara vez trae tu voz dormida de vuelta, ya solo quiero olvidarte. Si no puedo sentir tu piel, si no puedo pensar tu sonrisa, si no puedo escuchar tu lengua, si no puedo quererte, ya solo quiero olvidarte, ya solo quiero olvidarte. Quizá si lo repito lo suficiente te saque del interior de mis huesos, que te sienten, que te piensan, que te escuchan, que te quieren.

Barro

La muerte llega en septiembre cayendo como gotas, una llovizna de barro sobre mi coche, un compañero de la escuela, una mascota vieja, era alguien del trabajo. Agazapada, viene a segar bisiesta una vez cada cuatro años, violenta, negra, indiscriminada, arrancando el amor de los brazos, recuerda que existe y es cualquiera, que cuando la cosa se pone fea siempre llega la primera. A veces coqueteo con ella, le pido que me lleve, con un desconocido en el cuarto de baño o saltando desde una roca mojada a una poza seca, a veces le digo que se calle o que, por favor, nunca deje de hablarme, porque imagino el no imaginar y una congoja me sube por el pecho, me trepa por las ciudades y me araña el vientre. Y la mayor parte del tiempo no le hago caso, tomo siempre el mismo café, doy siempre los mismos pasos, es solo que hoy llovió y mi coche volvió a mancharse de barro, y alguien que era algo mío murió, y lo único que se me ocurre es querer contarlo.
hablo me abro delante de ti como una carta como correo certificado pidiendo tu firma tu validación tu escucha tu puerta cierro giro la cabeza cuando te marchas deseando ver tu coche moverse o verte moviéndote en tu coche o verte                    cuando te vas o ver que no te vas no te vas a ir tú no porque ya te he abierto la puerta y no lo has hecho te he pedido lo más difícil y no lo has hecho me da mucho miedo que esto sea un principio porque no duermo por la pulsión de tener que escribirlo pero me da mucho más miedo que no lo sea porque estás ahí delante del café con esos ojos ojerosos cargados de planes ese iris marrón infinito de recuerdos que me persigue y me hace abrirme como una carta y ahora entiendo más cosas y no entiendo ninguna y ya no quiero ir a mi ritmo ni quiero ir al tuyo quiero repetirlo todo tal cuál para que vuelvas a invitarme a café o cerveza hachís y sentarme cerca de ti todo lo más que pueda a abrirnos a cerrarnos a movernos a pasar algunos momentos tristes

Ni tú ni yo

Verano Ni yo voy a ser yo ni tú vas a ser tú por mucho que nos esforcemos en retener el recuerdo, en no olvidarnos, y nos disgreguemos en polvo antes de volver a vernos, si yo no destruyo tu mundo actual y tú no rompes el mío, el molde usado de tu ausencia. Quiero que sepas que me sabes todavía a esos lunares de la espalda, el del cuello, la sortija que nunca te quitas y que hicieron para ti de rubí, pero ya no sé cómo decírtelo. Te ladro en la distancia palabras menores por si fallo, por si no eres tú  -aunque ahora ya sepa que lo eres y se haya detenido el tiempo-, por si no soy yo, porque cada vez me extrañas menos y me olvidas más. Por primera vez aquí te pediría que vinieras a verme aunque eso signifique el fin, por si sucede, y así vernos liberados del hechizo, porque juntos es nunca pero separados para siempre.

Rabia

Qué rabia me da hablarle de ti a quien no te conoce, no nos conoce. Qué rabia me da no poder ubicar aquí nuestra historia, trasladar todos los matices y excepciones. Tengo que describirte como un ser mítico, tengo que basarme en mí, decir que no pensamos igual pero casi, que no sentimos igual pero casi, que nos emocionaría la misma pintada en la pared o que lloramos con la misma serie, por ejemplo, y que escribimos el uno la vida del otro. Qué rabia me da tener que correr a buscar un cuaderno por no poder correr a tu encuentro, traerte delante del café, verte, hablarte, llorar hasta aborrecerte, pelear otra semana más, otra semana más... ¿Cuántas te debo? Cuántas me debes, cuántos encuentros, cuántos Madrid y cuántos casa, el paseo por la costa de Sitges que nunca hicimos cuyo rodeo dura ya tres años y tres mil kilómetros. Te lo pido para el corpus mítico, para acrecentar tu leyenda, para no poder contarlo, que rabia me da no hablarte a ti y no poder contar contigo.

Dependencia

Dependencia o amar la falta de amor, porque otra vez mi felicidad se pone los zapatos y se marcha, vuela lejos (muy lejos), se viste de otras calles y otras fotos, otros nombres, se ruboriza por motivos desconocidos y se enquista. Otra vez me reto a no mirar el móvil, a no ser yo pero a escribir como yo mismo, a compartir pero callar gritando en silencio , a triturar la soledad hasta la tinta aunque tenga entre las cejas guardado nuestro beso.