Se pasa el efecto de los días en tu guarida y los cauces de la ciudad y la lógica arrancan los últimos vestigios de mi abrazo. Nuestro amor yace estéril y diseccionado, como un preciado sujeto de muestra en un tarro de formol, cuidadosamente escrutado y objetivado bajo la hipótesis de no haber sido jamás tal cosa. Los años pasan aquí de manera diferente. A veces te odio, pero después pienso que cinco, tan lejos de lo eterno, pueden llegar a ser muchos. Muerdo lo poco que me queda de uñas como si me fuera la vida en ello para encontrar la manera de seguir. En todos los sentidos. Creo que tienes razón y creo que tengo razón, y que nuestras razones chocan como si importaran, como si sirvieran para algo, como si pudieran medirse contra el recuerdo de nuestros últimos besos. Nuestros últimos besos... Imagino los viajes que debimos hacer juntos. Tomo consciencia del tiempo perdido y del que vamos a perder. De la terapia que haremos para no volver a hace...
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